sábado, 21 de marzo de 2015

La caja y la manzana

Pandora y Eva pueden gozar de ser las primeras mujeres que pisaron la Tierra. Pero también las primeras que trajeron la desdicha a la especie humana.


La leyenda griega cuenta lo siguiente:

Antes vivía la raza humana sobre la tierra sin males y al abrigo de la dura fatiga, libre de las dolorosas enfermedades que conducen a la muerte. Japeto, uno de los Titanes, tuvo entre sus hijos a dos que interesan a nuestra historia, Prometeo y Epimeteo. Prometeo es por su nombre el que piensa las cosas antes de hacerlas (pro); Epimeteo, el que las piensa después (epí). Prometeo era prudente, generoso y previsor; Epimeteo, según Platón, “no era lo que se dice un sabio”.

Zeus tuvo la intención de destruir a los hombres. Pero Prometeo, “el defensor de oficio de la raza humana” se opuso a talproyecto.  Para ayudar a los mortales o“seres de un día”, robó el fuego de los dioses y se lo llevó a los hombres. El robo del fuego es la razón del castigo que dio lugar a la creación de Pandora:

antì pyrós teûxen kakòn anthrópoisin (a cambio del fuego creó un mal para los hombres: Teog. 570).

El mal era la mujer. Lo que pasa es que los dioses la adornaron con toda clase de encantos, suficientes para engañar a cualquiera que no fuera tan avisado como Prometeo. La mujer, explica Hesíodo, era un mal, aunque un “mal hermoso” .
Al engaño reaccionó el padre de los dioses proyectando para Prometeo y los hombres “una gran desgracia”. Dio las órdenes oportunas Zeus para que los dioses se pusieran manos a la obra. Hefesto, el artesano, modeló de barro “un amable cuerpo de doncella”. Pero en el producto final colaboraron los dioses aportando toda clase de dones: Atenea, Afrodita, Hermes, las Gracias, la Persuasión, las Horas. Por tratarse de un regalo de los dioses, Hermes le dio el nombre de Pandora (pân y dôra: “todo” y “dones”)

Prometeo advirtió a su hermano que no aceptara ningún regalo de Zeus si no quería hundirse en la ruina. Pero Epimeteo aceptó el regalo, la mujer, con la dote concomitante, la caja ('píthos', una tinaja de las que, hundidas en tierra, servían como contenedores de grano, vino o aceite.). Se casaron, pero no fueron felices. Pandora no cumplió otra de las recomendaciones recibidas, la de no abrir la caja. Como Eva cuando desoyó la voz de Dios que prohibía tocar el fruto del Árbol de la Ciencia.

Pandora quiso cerrar la tinaja, pero cuando lo consiguió, sólo quedaba dentro la esperanza. Epimeteo comprendió el significado del hermoso regalo de los dioses, en palabras de Hesíodo, al experimentar la desgracia. Es decir, cuando ya no había remedio. Los males siguieron campando por el mundo sin freno ni limitación.




La tradición judeocristiana recoge la variante con Eva y Adán perdidos en el paraíso, y en lugar de la tentación por abrir la caja, Eva, la mujer, fue la que tentó Adán para que mordiera la manzana. 







No hay comentarios:

Publicar un comentario